Todo lo que
deseas tienes que parirlo.
Entonces, lo tendrás en tu
mundo, y será genuino porque habrá nacido de ti. Y te pertenecerá,
tomando vida propia, para realizarse fuera desde aquello que una vez hubo
dentro de ti.
Toda inquietud, todo
deseo, mientras no permitas su materialización permanecerá en ti inactivo. Y en
tu interior ejercerá una presión tal que se convertirá en bloqueo, y, como
consecuencia, parirás ese bloqueo. Entonces verás reflejado todo lo contrario
de lo deseado, y te sentirás frustrado sin saber cómo manejar un mundo hostil
que parece crearse al margen de ti e invadirte. Pero todo surge de ti, y todo
aquello de lo que te sientes víctima esconde la realización de tu anhelo, que
es tu realidad, que es tu naturaleza, y le corresponde su expresión para ser la
realidad expandida de lo que en esencia Eres, de forma que tu percepción
del yo pueda interactuar con ello, para así realizar la expansión del mundo que
eres y has venido a recrear.
Así que deja de apreciar
lo que no favorece tu expresión más auténtica y genuina en el mundo, porque el
mundo que percibes es tuyo, y concéntrate en tu realidad interna, la
percibas o no fuera. Entonces verás cómo, de manera natural, y
cómodamente, se realiza en la forma, adoptando realidades de vida y
situaciones nuevas.
El mundo es lo que Eres.
Lo que bloqueas queda en ti en forma de conflicto y enfermedad, pero nada
de esto se te impone. Es solo una aberración de algo cuya naturaleza es fluir,
y no está haciéndolo.
Has venido a desplegar lo
que Eres y, hasta que lo logres, cada parte de ello pujará por conseguirlo,
creciendo dentro de donde surja, y manifestándose de las maneras que les sea
factible. Permite tu expansión y realízate.
Ese es todo el objetivo
de cada vida, Dios experimentándose a sí mismo en unidades de realidad.
Y si,
tiene sentido que pidas a Dios, porque hay una fuerza más
grande que la de tu universo. Así que puedes descansar en la confianza de que estás
sustentado en algo mayor que te acoge y te contiene, que te apoya.
Los bloqueos son
tiranos. Como ellos no pertenecen a una identidad (espíritu) que
los sustente, porque son una aberración de la auténtica expresión, a la que
suplantan, buscan someter aquello de donde han tomado forma. Pero
independientemente de la forma que hayan adoptado, no tienen identidad sin
ti, de manera que si no los alimentas con tu temor, se esfuman.
Aquello que es genuino,
que realmente pertenece a tu naturaleza, será fácilmente reconocido: es lo que
te hace feliz porque con ello experimentas expansión de alguna faceta del total
de tu realidad, representada en tu interior.
El acto de vivir
es expresión de amor.
Nos creamos unos a otros.
Hay una aceptación, oculta a los sentidos, en toda relación, que consiste
en convertir al otro en la proyección de lo que nosotros somos. Del mismo modo,
aceptamos convertirnos, para su percepción, en otro tanto para él.
Sin embargo, sólo en
lo genuino nos comunicamos entre almas, tendiendo a la fusión de lo que originariamente
somos. Lo demás son máscaras que cada uno percibe en el otro, no siendo
necesario que el otro se viva como tal.
Cuando las mascaras caen,
el acercamiento es inevitable, puesto que refleja el origen de las
identidades.
Entonces es cuando ambos sienten
que han vuelto a casa.
Haz el amor con
tu deseo hasta que sientas el éxtasis de la
fusión. Entonces, darás a luz a su materialización.
Vivimos siempre
en el aspecto más denso de nuestra realidad. Y, a
medida que lo vamos fundiendo, integrando, fulminando, ascendemos hacia lo
más sutil.
Yo hablo para
los que saben de qué hablo.
Yo
hablo para los que están despiertos. Los dormidos que me escuchen formaran un
escenario en el que encajar el sentido que puedan aceptar de mis palabras, de
manera que no habrán entendido el mensaje y, como consecuencia, su respuesta
irá dirigida, no hacia mí, sino hacia su percepción de mi sonido. Nadie
despierta con mi mensaje. Pero si ya no está dormido, éste le hará comprender
dónde está.
Graciela Bárbulo
Recibido 23/05/15
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