martes, 10 de mayo de 2011

De la Consciencia de Dualidad a la de Unidad

Todos somos Uno. Provenimos de una realidad más sutil, en una dimensión superior a ésta. En esa realidad Todo vibraba al unísono y cada uno de nosotros era parte integrante de ese Todo.

(En esa realidad: “yo” + “los otros” = “Yo”)

Pero sucedió que diferentes unidades de vibración dentro de ese Todo tomaron consciencia de sí mismas. Y entonces sintieron la necesidad de experimentarse. Sabían que no podrían hacerlo dentro de una realidad en la que se es parte integrante de un Todo; la única forma era individualizarse. Por lo tanto, se convirtieron en unidades independientes (Mónadas), centrando la consciencia de sí sólo en esa unidad.

Pero no podían subsistir individualmente en la dimensión en la que cada “yo” es parte de “Yo”. Tenían que llevar a cabo esa experiencia de individualidad en una vibración en la que pudieran separarse del resto. Lógicamente, era imposible hacerlo en una vibración más sutil.

(mayor sutileza => más unión; desgajarse e individualizarse => menor sutileza)

Por lo tanto, la vibración en la que estas unidades de consciencia podrían llevarse a cabo individualmente habría de ser forzosamente inferior que la anterior.

Entonces la, única alternativa era proyectar sus conciencias de unidad en la tercera dimensión (3D). De esta manera, cada Mónada que tomaba consciencia de sí misma y quería experimentarse como unidad, decidió proyectarse dentro de la 3D.

En este proceso de proyección, cada Mónada generó un Espíritu. Este representaría la unidad de vida de consciencia individual en la dimensión superior. Este Espíritu, al proyectarse en la 3D, se convertiría, en esta realidad, en un Alma. De tal forma, cada Alma representa la proyección del Espíritu en la 3D.

Este Alma suponía un vehículo que vinculaba al cuerpo desde su “yo” individualizado (Espíritu) hasta lo más denso de la tercera dimensión (tierra).

Así que aquel “yo”, procedente del Espíritu y proyectado a través de un Alma en la 3D, quedaba convertido en Humano. Y este Humano, conviviendo con otros Humanos, se desidentificó de su origen, olvidó que era una proyección, dependiente y amparada por una realidad mayor que él, en una dimensión superior. Y, corriendo un Velo de olvido entre su naturaleza espiritual y él se puso a vivir en el planeta Tierra dando por hecho que su realidad tridimensional era el único componente de su existencia.

Lógicamente, esto le pasó a cada uno de los Humanos. De este modo todos comenzaron a vivir su nueva realidad, echando cada uno su Velo de olvido respecto a su verdadera naturaleza, y auténtico sustento, y se pusieron a buscar los recursos para su supervivencia dentro de la misma dimensión con la que se identificaban.

Su sustentos físicos eran alimento, cobijo, supervivencia, seguridad… Sus sustentos emocionales eran la familia, pareja, amigos… Sus sustentos sociales, nombre, fama, posición, reputación…

Evolucionando, generación tras generación, Humano tras Humano descendiente del anterior, proyección tras proyección representada como diferentes encarnaciones en la 3D, se llegó al momento actual en el planeta Tierra.

Así, los recursos básicos se centraban en el dinero. Para poder contar con ello, era necesario trabajar, Pero el trabajo escaseaba. El hombre tenía que echar mano de la competitividad, de forma que tenía que luchar, compitiendo para conseguir un trabajo para el que había demasiados candidatos, arrebatándoselo, si podía, a los demás. Lo mismo sucedía con su alimento emocional. Tendría que luchar para poder conseguir enamorar a la persona deseada, tendría que luchar también por el sexo, por el reconocimiento social, etc.

El hombre sentía que necesitaba actuar como un depredador material, social, emocional y psicológico. No le pertenecía nada a menos que lo luchara y que a cambio de conseguirlo otros se quedaran sin ello.

Esta era la vida con el Velo echado.

Este es el modo en que el Humano comenzó a vivir dentro de la Dualidad.

Entonces, ¿qué era la Dualidad? La competitividad, el estrés por controlar al otro mientras se lucha por la misma presa, en la intención de conseguir aquello que también pudiera ser suyo. El miedo.

El hombre no era malo, puesto que su procedencia, el Espíritu, se sabía Uno con Todo. Pero la proyección, el Humano al otro lado del Velo, al desidentificarse de su verdadera naturaleza, olvidó que él es Uno con los demás, y consideró a los otros enemigos. Dentro de su actual dimensión tridimensional, su supervivencia como humano dependía de ganar una lucha constante (física, social, emocional, psicológica).

Y tras mucho tiempo, muchas proyecciones (encarnaciones) seguidas, en las que el Alma del Humano comenzó a necesitar volver a “ser parte”, y regresar al origen, los Humanos comenzaron a cansarse del estrés de la competitividad, de la lucha, de la “soledad” y, poco a poco, fueron cediendo poder y sintiendo que eran “algo más”, que no estaban solos realmente.

Comenzaron a soltar instinto de supervivencia y a desarrollar el concepto de Unidad. Así empezaron, algunos individualmente, y otros buscando formar grupos de apoyo y refuerzo espiritual, a investigar, por primera vez, “dentro” de sí mismos. A estas alturas, aquello de lo que tenían necesidad no estaba fuera de su identidad física; todo parecía indicar que había que dirigirse hacia dentro de sí mismos.

Al abrirse esta posibilidad, fueron descubriendo realidades que, por su urgencia de supervivencia tridimensional, habían olvidado.

De tal forma, descubrieron que ninguno era enemigo de nadie. Todo el mundo actuaba por amor, pero en cada caso dirigido a las necesidades propias en su instinto de supervivencia. El que actuaba en contra de otro, no lo hacía sino por un instinto de salvación. Es decir, el daño (al otro) no era la causa, sino el resultado del amor (a uno mismo), como consecuencia de dicho instinto natural de salvación.

La dualidad, por lo tanto, depende de la relatividad de la percepción del individuo. De tal forma, lo aparentemente dual era sólo la interpretación de un orden superior que desde la visión unilateral del humano no se podía percibir por entero.

Pero para liberarse de la interpretación de las apariencias como Realidad, había que traspasar el Velo de la ignorancia (olvido), para así poder recuperar la Visión Superior, aquella que habitaba en el lugar al que realmente se pertenecía. Y esto sólo se podía conseguir retirando la atención del humano, de la Tierra, de la dualidad, de la 3D, de la necesidad de competir, del miedo… Y volviendo la vista hacia el interior, donde reside la Unidad “Yo” de la que el Humano parte, dejar de ser proyección y recuperar el Espíritu dentro del Todo. Es decir, Despertar.

Y éste es el momento del Despertar. Sucede que, con una progresión ascendente, se está llevando a cabo el Despertar de las Almas. Algunas llegaron a este momento de su encarnación con el Velo algo abierto, de modo que siempre han tenido algún nivel de conexión con su Espíritu, y otras están descorriendo el Velo poco a poco. En ocasiones lo hacen en solitario, debido a su requerimiento interior, y en otras ocasiones se unen en grupos de refuerzo, en los que apoyarse en esta iniciativa, darse fuerza y fe, y acompañarse en un mundo que, a medida que emerge en esta dimensión, hace más hostil al que se va abandonando (el de los que no han despertado y, por lo tanto, niegan esa Realidad).

Esto está provocando que el Velo se esté abriendo por varios sitios. Cada Alma que despierta es un trozo de Velo abierto para la humanidad entera. Cada vez más Almas atraviesan el Velo, cada vez más se reincorporan a su Espíritu, y esa Luz que los Velos rotos están permitiendo que se proyecte en el planeta Tierra, en la tercera dimensión, está provocando que otros seres la vean y sientan la llamada de su Espíritus y también despierten, y entonces el Velo se rasga, se abre más, y más Luz entra, que se proyecta sobre los que aún están dormidos. Y algunos se desperezan, y llaman a los otros, y alguno de éstos asciende, y de nuevo el Velo se abre más y aumenta la Luz del Espíritu que se proyecta sobre la Tierra…

Así, cada vez el Espíritu se proyecta más sobre el Humano, y cada vez más despierto está el Humano.

Y esta es la historia a día de hoy. Por eso el Humano está despertando tan rápidamente, por eso está desapareciendo el mundo de la Dualidad y la competitividad. La Luz del Espíritu está consumiendo todo lo que no sea su naturaleza, y el Humano, con su consciencia vuelta hacia su punto de partida, su Espíritu, su Unión con el Todo, está permitiendo la proyección de esa Luz en el planeta Tierra. Se está descorriendo el Velo. Se están Uniendo los dos Mundos.

Estamos volviendo a Casa, y nos vamos todos…



Graciela Bárbulo
www.gracielabarbulo.com

30/04/11