viernes, 2 de julio de 2010

Teoría de la Esfera

En una dimensión más elevada de la que tu mente actuando en la comprensión de la tercera dimensión puede entender, eres una esfera. Imagínate que cuando naces, virgen de experiencias sociales, eres una esfera de un material blando, maleable.

Cuando tú activas en tu mente esta afirmación, supones que si todos fuerais así, el mundo estaría conformado por un montón de esferas, una por persona, porque pones límite a la persona, ya que es así como tienes conceptuada la realidad. Pero ese límite sólo existe para tus ojos físicos. En realidad, todo se superpone y la esfera a la que me refiero integra el Universo entero.

Para hacerlo más fácil, puedes ver que dentro de la esfera está el reflejo de toda la realidad exterior a ella (sería un concepto similar al uso que dan las pitonisas a las bolas de cristal). Entonces, esta entidad, definida ahora como esfera, surge a este mundo de la tercera dimensión llevando la semilla de todo lo externo, pero esta semilla no es agresiva en principio, ya que sólo es potencial. Unicamente mora en la esfera, desprovista de actividad real.

El punto al que te quiero llevar es que comprendas que cuando alguna de estas semillas germina dentro de la esfera que eres, impacta en tu vibración global. Esto implica una "marca" que llevarás en adelante en tu vida, si no eres consciente de ella y la saneas, que repercutirá en el mundo que te rodee.

Vamos a simplificar esto y, aunque pierda por ello precisión, vamos a hacerlo más comprensible llevándolo a la tercera dimensión, que es tal y como a tu capacidad de comprensión actual le resulta más accesible. Luego, puedes hacer el ejercicio de elevarlo al conocimiento superior usando como referencia la visualización integrada de la descripción anterior, habiéndote antes elevado tú de vibración para que su comprensión te sea más accesible.

Así que imagínate que en lugar de esferas somos círculos. Cada persona, una círculo, con la circunferencia que lo delimita como entidad, independiente de otros círculos igualmente delimitados por circunferencias, relacinándose entre ellos a través de la visión terrenal que únicamente detecta el exterior (la circunferencia).

Nacemos absolutamente redondos, impecablemente redondos. Pero blandos, tan blandos como son los huesos que protegen el cerebro de un bebé.

Desde el mismo momento en que llegamos a este mundo estamos relacionándonos, al principio pasivamente, con el entorno, que está compuesto de un montón de ideas preconcebidas. Estas ideas, a nivel de la visión del círculo, se definen como la pérdida en la perfección de su redondez. Se habría convertido la circunferencia en alguna forma diferente, porque habría sido tal vez presionado por un lado, o por otro tendría un saliente mayor del que le correspondería si fuera perfecto. El entorno, lejos de averiguar qué potencial llevamos dentro, nos define y lo hace en base a sus traumas, ideas preconcebidas, etc. Esto implica que impone las formas erradas de su círculo a tu círculo endeble. Lo hace, desde su propia comprensión, para que en esta vida encontremos un hueco en el que no corramos peligro.

Pero el término peligroso se basa únicamente en el contorno de nuestra circunferencia, independientemente de que nuestra esencia, el círculo que delimita a esta circunferencia (tu ser, tu esencia real), se dañe o no. Eso no les importa porque eso los otros no lo ven, por lo tanto no lo reconocen.

De esta manera, entiende que:

Las formas de los otros, los que en principio aparecen en nuestra vida como cuidadores, se imponen a la nuestra. Supongamos que podemos materializar este daño, y trasladarlo al contorno del círculo que somos, para hacerlo visible. ¿Cómo es entonces el modo en que se establece esta relación del huevo humano, limpio, puro, con el medio hasta que finalmente llega a ser un ente independiente dentro de lo que entendéis como tal?

Si de nuevo volvemos a la idea del círculo, imaginándolo perfectamente circular en un inicio, vamos a acercarlo a la figura de la madre, luego de la familia, luego de la sociedad, luego de la enseñanza, luego de las relaciones adolescentes, luego de las relaciones sensuales, luego de las relaciones laborales... Todo esto como respuestas a juicios ya definidos en todos estos entornos que nos vamos integrando.

El círculo va recibiendo presiones. Ante ellas, va perdiendo su definición inicial perfecta para que los demás, con todo lo anteriormente mencionado, se puedan acoplar a él. Desde otro punto de vista, lo mismo sería decir: para que él se pueda acoplar en "lo demás".

Estas presiones, definidas por deformidades en la perfección inicial del arco de la circunferencia pueden ser la traducción de normas sociales, imposiciones religiosas restrictivas, etc. Existe una presión que genera una especie de hendidura. El círculo en adelante adoptará esta como parte de su identidad. Desde este momento, irá por su vida con este "hueco" necesario para adaptarse al ambiente necesario en el inicio de la vida, cóncavo al exterior, que sólo servirá en adelante para que allí se vayan adaptando situaciones similares a las que se generaron en un principio para motivar esta hendidura.

Por ejemplo, imagínate que este joven círculo recibe una abolladura como consecuencia de una madre manipuladora que va presionando hasta que forma esa hendidura. Tal hendidura lleva impresa el significado de sí misma, con lo cual en el momento en que la madre ya no presione y la circunferencia considere que se ha liberado de la fuerza ejercida por la convexidad de la madre, seguirá avanzando por el mundo con esa hendidura. Al ir conociendo nuevas personas y teniendo nuevas experiencias, siempre esa hendidura, ese hueco, tenderá a llenarse. Como lleva implícita la definición de sí mismo, sólo será susceptible de acoger energía de personas con una actitud equivalente a la de la madre que lo generó, es decir, estará disponible para que se acoplen actitudes manipuladoras. Entonces ocurrirá que esta persona encontrará un trabajo y su jefe será un manipulador, una pareja que será manipuladora, etc.

Ese ser dirá: ¡qué mala suerte tengo! Lo correcto sería "qué hendidura tengo".

La solución estriba en identificarla, dejar de culpar a la suerte o a los demás y reconocer que eso es lo que se atrae, entender de dónde procede y trabajar desde dentro para volver a llenar la hendidura con energía propia, interior, sana que haga presión con lo que desde dentro es convexidad hasta convertirlo en cóncavo y convexo al exterior, impidiendo el avasallamiento. Porque hasta que no se llene de energía propia ese ser será como una pieza de puzzle, en la que se acoplarán todas las otras piezas que busquen donde encajar sus errores, y así puedan utilizar ese hueco para invadir el espacio vital ajeno. Entiende que sólo serás íntegro y libre si tu circunferencia es perfecta, y con ella el círculo que la define.

Volvamos ahora al principio, donde desde una dimensión superior, eres una esfera que integra dentro de sí el Universo entero en potencia. Porque en ella mora la semilla de toda la realidad exterior a ella desde el punto de vista del círculo. Eleva de nuevo tu vibración para ascender a la comprensión elevada, por encima de la tercera. Entenderás entonces que esa presión que definíamos en el círculo no es sino la activación en ti mismo de las potencialidades de esas semillas que en un principio estaban inactivas en tu energía personal, aunque motivado todo esto por el ejercicio mental y emocional del entorno, de lo que identificas con "lo otro" desde tu comprensión de la tercera dimensión.

Ahora te propongo que respires profundamente, cierres tu atención al exterior y accedas a este conocimiento desde tu propio interior.


Graciela Bárbulo
Extracto del libro "Mundos de Éter"
(http://www.gracielabarbulo.com/libros.htm)