Cuando me quedé sola en el abismo
sin nada a qué aferrarme,
con un ala rota
y el viento azotando mi cuerpo,
no me quedó más remedio
que comprender.
Y comprendí que no estoy sola,
que el único abismo está en mi imaginación,
que no hay dónde caer
y que no necesito alas, porque mi naturaleza es volar.
Entonces,
el viento cesó.
Graciela Bárbulo.
Muy bueno y para reflexionar
ResponderEliminarBuenas noches y felices sueños