El ego crea un pensamiento que choca contra su propio límite
y rebota, volviendo a él, magullado, demandante, y con una apariencia que lo
hace parecer ajeno a su voluntad.
Entonces, lucha contra “eso”, considerándolo una intrusión
injusta.
Y en su batalla crea otro pensamiento…
Podemos esperar que se llene la copa o despertar desde el
Conocimiento.
Lo primero duele, lo segundo libera. Entremedias, el orgullo
que duerme… todavía.
Graciela
Bárbulo
09/01/14
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