sábado, 9 de agosto de 2014

Tengo derecho.

Primero lo deseó.
Luego dijo, “tengo derecho”.
Luego repitió, “tengo derecho”.
Luego miró a su alrededor, donde todo indicaba que sería imposible, y gritó, “¡TENGO DERECHO!”. 
Después sucedieron, progresivamente, una serie de sincronicidades, y tras el proceso se detuvo a observar su vida, y comprobó su nueva realidad.
Si, por supuesto, lo había logrado.
Tenía derecho.


Graciela Bárbulo



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