Cada persona que me daña es una herida abierta, un volcán de
mis sentimientos en erupción.
Cada logro que aún no he alcanzado reside en la
comprehensión de esta realidad.
Mi Realidad genuina es vibración pura, virgen. Cada
representación de mi realidad personal está configurada de esta materia, en
espera de volver a su estado original.
Nada está dañado.
Todo contiene la esencia de lo que Es, genuina y eternamente.
Hay una puerta, que hemos cerrado, en el recorrido hacia lo
que verdaderamente Somos; por lo tanto cuesta trabajo ir al otro lado. No lo
recordamos, y cuando nos acercamos a ella vemos sólo oscuridad. Pero en cada
intento hacemos ceder las resistencias, y descubrimos que todas están a este
lado.
De repente, un día la puerta, al fin, se abre. Se nos
muestra nuestro Espacio, nos vemos a nosotros mismos en nuestra pureza, y la Realidad
que encontramos es la Absoluta disponibilidad.
Y ese Ser que Somos en el otro lado nos acoge en su seno,
nos sonríe y nos muestra la traducción de nuestra vida de formas.
Entonces descubrimos que todo es bondad. Todo Es Amor.
Nuestro corazón se dilata para poder acoger esa Realidad.
Y nunca más volveremos a creer ser quienes nunca hemos sido.
¡La puerta queda abierta!
Graciela
Bárbulo
29/04/14
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