miércoles, 7 de agosto de 2013

Crea un mundo feliz.


Sal de ahí.
No vives dentro de ese cuerpo.
Estás en cada una de las cosas que observas.
Estás en cada dolor que te importa, en cada emoción que sientes, en cada anhelo que tienes.
Eso has creado y eso eres.
 


Y aún más.
Tú eres y estás en la creación de quien crea, en el fluir de lo que vibra y en la extinción de lo que mata.
Y eres quien mata y quien muere, y eres quien crea y quien nace.
 

Porque tú
eres el mundo en el que todo eso sucede, y cada cosa en él de la que eres consciente.
Todo lo que te concierne eres.
 

Pero tú
no naces dentro de todo ello.
Eso es un pequeño rincón de tu naturaleza, una creación imaginada con materia vibrante,
un sueño.
Eres la creación y el sueño mismo,
y cada percepción,
y quien contempla.
Pero, ante todo,
primordialmente,
eres el entorno de ese sueño,
un espacio virgen
que proyecta
el ser que reconoces como “yo”,
las circunstancias y el entorno suyo.
 

Eres todo ello y más.
Eso es tu sueño.
No vivas dentro sin saber que no eres eso,
no quedes atrapado en una esquina.
 

Vuelve a la periferia de ti mismo,
donde todo se crea.
Visualiza ese humano desde fuera,
 analiza su mundo
desde el conocimiento de que es tuyo.
Tú lo creaste,
tuyo es.
Pero no es “tú”.
Tú lo proyectaste.
Tú eres quien lo moldea.
Eres libre.
Ese mundo está vivo,
lo creaste palpitante, maleable y abierto.
Así que entra
y actúa.
Cada realidad es una pieza tuya.
Limpia la casa,
reorganiza libremente,
cambia lo que no fluye,
elimina lo que corrompe,
transmuta a tu antojo.
Quien creías ser tú es sólo “tuyo”,
y espera tu intervención para seguir.
 

Desde el entorno de tu sueño,
si no puedes explotar la burbuja, accede a ella
y reconstruye el argumento,
los personajes,
las situaciones
y al mismo humano que llamas “yo”.
Y crea un mundo feliz.
 
 

Graciela Bárbulo


06/08/13

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