Las emociones surgen de manera espontánea, y luego
desaparecen. Cuando ligamos esa emoción a un pensamiento, la sostenemos cono un
todo. El paso del tiempo nutre esta unidad, convirtiéndola en algo, creamos una
“cosa”.
Esa “cosa”, para poder seguir existiendo, se ancla en
nuestro campo energético en primera instancia y, con el tiempo, comienza a
formar parte de nuestro organismo, interviniendo en alguna función del mismo.
Su intervención modifica el proceso natural del fluir de
algún órgano o función de nuestro cuerpo, afectando en nuestro modo de percibir
y relacionarnos con el entorno, tanto emocional como psicológicamente.
A su vez, ralentiza las funciones del órgano o fluir de
aquél lugar del que está ahora formando parte.
De este modo surgen las enfermedades físicas que nos llevan,
además, a la “cronificación”, en nuestra vida, de la realidad del primer
impacto emocional.
Dando por hecho esta teoría, es posible acceder a la emoción
primera que nos impactó a través de cualquier patología que portemos.
Entonces, el proceso de corrección podría ser, en primer
lugar, prestar atención a cualquier problema de salud y estudiar hacia dónde
nos conduce. Una vez revelada esta cuestión, indagar cuál fue la primera vez que,
de forma natural, recibimos el imput que nos llevó hacia ese lugar.
Es un proceso complicado, puesto que requiere de una
sinceridad que suele quedar oculta en la patología, y es por ello que suele ser
necesaria la ayuda de alguien que pueda analizarlo objetivamente, pero, en todo
caso, una vez logrado el contacto con esta realidad emocional subyacente en el
desequilibrio orgánico, el siguiente paso sería descubrir el nexo psicológico
(juicio, creencia, etc.), vinculado.
El sólo descubrimiento de esta realidad, hace que la “cosa”
deje de estar compactada, puesto que era la inconsciencia de sí misma la que
mantenía estática esta energía emoción-psique. Entonces, al dejar de estar
compactada debido a una toma de consciencia, su única posibilidad es diluirse,
puesto que en este proceso ha perdido su razón de ser.
Graciela
Bárbulo
27/11/2012
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