En el momento en que intentamos comprender La Realidad, la
diseccionamos, generando un “perceptor” y un “lo percibido”.
Por lo tanto, no es posible concebir La Realidad de manera
intelectual. Siempre que es el intelecto el que pretende conocerla, la mente se
separa del Todo, forzándole a convertirse en otra cosa. Entonces, lo que la
mente puede percibir siempre es parcial (por lo tanto, ficticio).
La Realidad no se puede comprender intelectualmente. Sólo se
conoce siendo parte de Ella. De tal forma, la Realidad sólo se puede percibir “siendo”
La Realidad.
En el momento en que esto sucede, la proyección de la mente
cognitiva desaparece, y lo observado también, puesto que de nuevo ambos vuelven
a formar parte del Todo.
En este momento de cancelación de proyecciones, en el que
todo vuelve al Uno, y se toma consciencia de ello, el ser, al fundirse en todo
lo demás, se convierte en la Nada, el vacío.
Y es éste Gran Vacío el origen de toda proyección, el cual,
concebido interdimensionalmente, coexiste con ella.
El Origen nunca deja de existir. La Nada siempre “Es”. Es la
consciencia de Ella lo que la convierte en El Todo, y el análisis lo que la
convierte en “algo”. Entonces, la naturaleza de ese algo queda supeditada a la
naturaleza de la búsqueda.
Graciela Bárbulo